Como tantas veces sucede en territorio conquense la historia y la naturaleza se hacen una para deleite de los sentidos del viajero. La urbe fue reseñada en sus obras por Livio o Ptolomeo, después fue cabeza de un Obispado y conserva muchas zonas visitables. Aún hoy se puede respirar la grandeza de su Foro, un complejo monumental que constituía el centro de la ciudad y que se articula mediante un espléndido criptopórtico: una galería subterránea de dos alturas para salvar la pen - diente del terreno. Allí se encuentra los restos de la basílica de tres naves. Al sur del Foro se encuentra un conjunto de viviendas que conservan pinturas murales y entre las que destaca la Casa del Médico, así de - nominada porque durante su excavación se encontró utillaje sanitario. Se organiza en torno al atrio con un implivum (estanque rectangular) sustentado por cuatro columnas. Muy curiosas son también sus Termas porque albergan varias piscinas y una sauna subterránea muy bien conservada de estilo abovedado y be - llamente ejecutadas. El cercano horno mantiene las baldosas originales. Su muralla es uno de los pocos ejemplos tardorrepublicanos (siglo I. a.C.) que quedan de la arquitectura defensiva romana de Hispania, mientras que en la zona llamada Vallejo del Obispo se ha excavado un monasterio hispano-visigodo, siendo el único yacimiento mozárabe conquense. Más recientes son las espectaculares vistas del desaparecido balneario de La Isabela , emergidos del embalse. Fue mandado edificar por Fer - nando VII y en él transcurre la acción de la serie televisiva ‘La memoria del agua’ y la novela homónima.
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