En el cerro del Buen Suceso, o de los Hurtado de Mendoza, se erige el Castillo desde el que se vigilaba la llegada de posibles enemigos a la población. En realidad, fue después de que Alfonso VIII conquistara definitivamente Cuenca cuando la atalaya se convirtió en castillo y formó parte de una línea estratégica que unía los reinos de Castilla y Valencia.
La fortaleza tiene forma aproada y sufrió reformas del marqués de Cañete y posteriormente, del de Villena también.
Actualmente es de propiedad privada y conserva la muralla y la torre del homenaje, así como una de planta octogonal con entrada desde el patio de armas.
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